22.5.07

Dominus providebit

Ahora con tanta atención hacia la dosis personal y su futuro incierto en Colombia, he decidido meter los dedos en este tema que hasta ahora me había rehusado a tocar. Los partidos uribistas, liderados por su Cuius regio, eius religio, han decidido pasar por las plenarias de la Cámara y del Senado un proyecto en contra de la dosis personal, la cual fue despenalizada por la Corte Constitucional en 1994.

No creo que sea correcto castigar a individuos por una falla del sistema. Es decir, si las drogas ilegales son ilegales, entonces el Estado debería de responsabilizarse a sí mismo por mantener esas drogas por fuera del alcance del pueblo. Si no son capaces, entonces tienen 2 opciones:

1. Castigar a los responsables de la producción y comercialización.

2. Reconsiderar el estatus de ilegalidad. Por lo menos de algunas sustancias.

Pero no es justo ni sensato penalizar a quienes cargan consigo como única culpa la debilidad por algo que ha sido justa-o-injustamente catalogado como ilegal pero que sigue al alcance de todos. Ahora, entiendo las debilidades de este argumento, si alguien tiene una debilidad por los AK-47s esto no significa que no deba ser castigado si adquiere uno y lo pasea por la calle. Pero toca analizar las consecuencias entre llevar a una piñata un cacho de marihuana o un fusil de asalto. Digo que esta penalización es injusta porque debería ser castigado con igual o menor gravedad el cargar un cacho, que el estar ebrio en la calle, en un lugar público, e incluso en casa. Digo que es insensata porque esto sólo fortalece el mercado negro, y pone en peligro a aquellos que prefieren fumar, antes de empinarse una botella de ron. Holanda, Dinamarca y Canadá son claros ejemplos de los beneficios en no apretar el puño demasiado fuerte en este tema.

En Italia, durante el gobierno de Berlusconi se criminalizó la dosis personal de marihuana con la misma severidad que la dosis personal de heroína. Los resultados en la cantidad de consumo no fueron los esperados (por no decir que se incrementó el consumo). La civilización humana ha tenido varios ejemplos que muestran que penalizar puede ser contraproducente. No ayudó en Italia con la marihuana, tampoco en Estados Unidos con el alcohol:

La razón: Dominus providebit (Dios proverá)